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Foto: Mario Cruz Leo
Las especias dan un toque genuino a los platos. Algo que también ocurre con la canela, que ya sea en postres u otras elaboraciones, aportan un sabor característico.
Con la llegada de las estaciones lluviosas comienza la recogida de la canela. Una especia que llegó, como muchos otros productos, bajo el espíritu comercial y aventurero de los mercaderes árabes y fenicios. Su origen se encuentra en Sri Lanka, mayor productor, aunque también se elabora en países cálidos como Brasil, India, Birmania o en islas del Pacífico como las Seychelles.
El árbol de la canela (Cinnamomum verum), que puede llegar a tener hasta 10 metros de altura, pertenece a la familia del laurel. Esa ramita, que originariamente puede llegar a medir un metro de largo, se extrae tras pelar y frotar las ramas, ya que forma parte de la corteza interna. Tras fermentar se separa de otra capa y se seca al sol. Es en este momento de secado donde se enrolla y adapta el conocido aspecto.
Perfecto acompañante
Los usos más habituales de la canela están relacionados con los dulces y postres. Galletas, tartas, panes, con nueces y pasas, en bollos tipo brioche, bizcochos o magdalenas con canela y limón son sólo algunas de las muchas posibilidades que suelen tener ese toque característico.
Y ello sin olvidar a clásicos como las natillas, en las que se espolvorea la canela, hasta aportar un sabor muy propio. Al igual que con el arroz con leche, que no se concibe sin la rama necesaria en su preparación, en el momento en el que se hierve la leche, y la versión en polvo a la hora de servirlo. Asimismo es útil con frutas. Como por ejemplo con la naranja, se corta en rodajas y se adereza con canela y alguna cucharada de azúcar.
Recomendable es a la hora de asar castañas en casa para incrementar el gusto de éstas. Una vez hechas, tan sólo hay que hacer un corte y ponerlas en agua hirviendo con un poco de anís, o en leche, y añadir una pequeña cantidad de canela o vainilla.
Sin embargo, es también conocido su uso en otras creaciones culinarias como en rellenos de carnes y aves, habitual con cordero, así como en arroces. Muy apreciado es igualmente en cocinas como la marroquí, donde es habitual en tajines de pollo o cordero, keftas como la de ternera, cuscús o con berenjenas u otros tipos de ensaladas, así como en los dulces, donde tienen un papel predominante.
Tampoco se puede olvidar su utilización en algunas bebidas, con chocolate caliente o café. Además de en zumos de frutas, fáciles de preparar y con un buen número de nutrientes y vitaminas que cuando quedan algo fuertes se pueden disolver con agua y acompañar de hierbas aromáticas, miel, menta o canela, hasta mejorar su sabor. O en forma de infusión en una taza de leche caliente para luchar contra resfriados y gripe.
Toda una serie de posibilidades para todos los gustos, cubriendo el amplio arco que va desde lo dulce a lo salado, y que demuestra la versatilidad de una especia como la canela.
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