Chocolate Belga

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¿Qué es exactamente un “praline”? Un bombón de fresquísimo chocolate (blanco, con leche o negro) con un relleno suave, de los sabores más dispares: pistacho, licor, mazapán, azafrán, jengibre…, la lista sería interminable. Dejad vía libre a vuestra fantasía: ¡seguro que alguna de las muchas tiendas de pralines que iréis encontrando por todas las ciudades de Bélgica conseguirá recompensar los dulces sueños de vuestro paladar!Cada año en Bélgica se producen 172.000 toneladas de pralines, que se venden en unas 2.130 tiendas. ¡Unas cifras enormes teniendo en cuenta las reducidas dimensiones del país! Los propios belgas comen, por cabeza, más de ocho kilos al año del que ya se ha convertido en su orgullo nacional más profundo, mientras que, para alegría de los países vecinos y lejanos, es mucho el chocolate que se exporta.
Al chocolate Bélgica le levanta monumentos, le dedica museos, fiestas, itinerarios turísticos… En otras palabras, lo convierte en otra buena razón para visitar el país. En Bruselas, por ejemplo, en la GRAND PLACE se encuentra el MUSEO DEL CACAO Y DEL CHOCOLATE desde 1998. Su creación responde a la voluntad de la señora Draps, tercera descendiente de una familia de maestros chocolateros. Durante la visita, se puede revivir, también gracias a un video, toda la historia de este manjar, sus orígenes aztecas, la llegada del cacao a Europa, las leyendas relativas a esta sustancia considerada el “alimento de los dioses”. Se pueden incluso probar algunas especialidades preparadas allí mismo y para la ocasión por un hábil artesano.
Pero también en el MUSEO DEL CHOCOLATE JACQUES de Eupen se documenta la fascinante historia completa de este “oro negro” a través de videos, documentos, cajas y carteles, y desde una pasarela se puede visitar la fábrica sin perturbar el trabajo de los artesanos.

¿Cuál es el secreto del chocolate belga?

Está claro que se trata del uso de los mejores ingredientes: las semillas de cacao procedentes de África confieren mucho más sabor que las sudamericanas, que utilizan muchos fabricantes de otros países. Todo el cacao tiene su propio aroma, un perfume y una consistencia específicos, y todo artesano que se precie conoce la capacidad única de mezclar en gran armonía toda una gama de sabores. Trabajar el chocolate, en efecto, no es solo un arte, ya que también exige un inmenso talento.
La palma de oro del chocolate belga corresponde sin duda a sus célebres pralines, el típico bombón relleno, delicado, refinado y apreciado en todo el mundo, preparado a menudo artesanalmente con nata fresca y sin aditivos. Por este motivo los pralines se conservan como máximo una semana. ¡Una óptima excusa para volver a Bélgica a comprar más! Fue Jean Neuhaus, el célebre artesano de este manjar, quien creó en 1912 el primer relleno recubierto de chocolate, y tres años después depositó la patente del pequeño contenedor de cartón, el célebre “ballotin”, que conserva y presenta estas exquisiteces de la mejor manera.
En Bélgica son muchos los grandes artesanos expertos internacionales en el arte del chocolate relleno: además de los míticos pralines, también tienen una gran tradición las marquise, los manon, recubiertos de chocolate blanco, las truffles, las cerezas y las cáscaras de naranja recubiertas de chocolate. Todo de rigurosa elaboración “casera”, partiendo de materias primas de altísima calidad, naturales y seleccionadas con gran cuidado.