Frutos secos: Que hay de cierto

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Todo lo relacionado con las propiedades de un alimento suele estar a veces acompañado de falsos mitos, no siempre reales. Es el caso de los frutos secos, que pese a contar con grandes beneficios, se les suele mirar con cierto recelo.

Una de las grandes leyendas es relacionar el engordar con el consumo de frutos secos. Tanto aquellos que se preocupan por mantener la línea como los que buscan perder unos kilos ven en este alimento un enemigo. Sin embargo, está demostrado que no engorda por sí mismo. Siendo lo curioso del asunto que pueden ayudar a controlar el peso al saciar el hambre. Lo que no significa que se deban utilizar como un sustitutivo alimenticio, ni tomar en grandes cantidades de forma sedimentaria.

Éste sea quizás el gran mito pero no el único. Tampoco es verdad que salen granos o que algunos como las pipas de girasol sean malos para los niños, a los que les aporta gran cantidad de nutrientes y pueden incluso prevenir las caries al sustituir a las chucherías. O que sean un buen compañero para hacer la digestión. Normalmente están presentes en esos ratos de ocio con alcohol, sin embargo, no son nada digestivos, siendo recomendable tomarlos crudos y poco tostados. Y el aporte de fibra lo convierten en un buen recurso para combatir el estreñimiento.

Aliado contra el colesterol

Lejos de la mala prensa, los frutos secos, que deben su nombre al bajo contenido en agua, son un buen aliado para cuidar la salud. Tal y como refleja la pirámide alimenticia se recomienda el consumo diario de varias raciones por sus propiedades nutritivas, siempre sin abusar. Las almendras, avellanas o nueces son ricas en ácidos oleico, linoleico y omega-3, grasas insaturadas que ayudan a incrementar las tasas de colesterol ‘bueno’ (HDL) que disminuyen el colesterol ‘malo’ (LDL), reduciendo la posibilidad de problemas cardiovasculares como los infartos.

Estos ácidos grasos, esenciales para el organismo, no los puede sintetizar el cuerpo y resultan por tanto de vital importancia. Los frutos secos son una de las fuentes vegetales de esta clase de sustancias, además de otras no menos importantes como vitaminas B1, B2 y B6. Buenas para reforzar la atención y la memoria, para combatir la fatiga, el estrés y la depresión. Además de vitamina E, que funciona como antioxidante, ayudando así a luchar contra el envejecimiento.

Ricos en minerales

Los frutos secos son también ricos en algunos minerales como hierro, magnesio, potasio, fósforo, calcio y zinc. Lo que los convierten también en un alimento óptimo para ayudar a bajar la tensión arterial siempre que se consuman crudos, ni salados, ni fritos. Algunos como las almendras, avellanas o nueces se recomiendan incluso durante el ciclo menstrual por la pérdida de hierro. Así como en el embarazo y la lactancia al poseer este tipo de nutrientes.

Otra imagen habitual es la de tomar frutos secos cuando se hace un ejercicio físico. La explicación radica en la cantidad de calorías, lo que hace que aporten energía extra en situaciones de desgaste físico.

Ya sea como relleno para pasteles, como compañero de maridaje para quesos, combinado con cualquier plato, o crudo, los frutos secos representan un alimento esencial. Eso sí, atendiendo a las características de cada persona.

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