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Texto: Mari Carmen Rodríguez y Mario Cruz Leo
Fotos: Mario Cruz Leo
Nos encontramos en la zona occidental de la provincia de Burgos, en la comarca de Amaya-Camino de Santiago. El paisaje se compone de extensos campos de cultivo cerealista y diversos páramos regados por los ríos Arlanzón, Úrbel, Pisuerga y Rudrón.
Peña Amaya y Cuatro Villas conviven en un mismo escenario, comparten historia e historias, una, vela desde sus 1377 metros de altura el páramo castellano donde se encuentran las otras: Villadiego, Sasamón, Melgar de Fernamental y Castrojeriz. Juntas forman el Universo Amaya
¿Que universos tenemos para descubrir?
Por un lado encontramos la “Reserva Geológica de las Loras” que ha presentado recientemente su candidatura a Geoparque Mundial de la Unesco buscando un desarrollo sostenible de su patrimonio geológico como recurso turístico. La zona es de un interés excepcional ya que cuenta con yacimientos paleolíticos, dólmenes y túmulos neolíticos, castros de la edad del hierro, iglesias románicas y rutas de naturaleza, nos centraremos en dos zonas concretas: Sargentes de Lora y Peña Amaya.
En Sargentes de la Lora, el 6 de junio de 1964 brotó petroleo por primera vez en España, creándose el Campo petrolífero de Ayoluengo que empezó a producir en el año 1967 y que sigue en activo en la actualidad. En este municipio se encuentra un edificio de planta octogonal que recuerda los dólmenes de la comarca y en el que se ubica el Museo del Petroleo, un centro de difusión científico-técnico para comprender todo lo relacionado con el petroleo: Génesis, técnicas de exploración y producción, refino y derivados. También nos permite conocer la historia del campo petrolífero de Ayoluengo, un museo muy interesante porque además es el único de su género en España.
Resulta un poco confuso encontrarse en medio de la estepa castellana y ver como “los caballitos”, como vulgarmente se conoce a estos medios mecánicos que extraen el petroleo de las entrañas de la tierra, cabecean una y otra vez en vertical mientras que si observamos los alrededores veremos los molinos de viento modernos extraer la energía electrica del aire, energía limpia versus energía fósil ¿Quien da más? www.museodelpetroleo.com
En la foto con el Alcalde de Sargentes de Lora.
Peña Amaya es una Lora y junto a su vecina Peña Ulaña rompen la monotonía de la llanura cerealista castellana. Las Loras son mesetas calizas de contorno alargado alineadas en el eje este-oeste y separadas entre si por profundos y encajonados valles y Peña Amaya es la más importante alzándose altiva sobre la llanura con sus 1.362 metros que por su conformación ha constituido a lo largo de la historia un fortín natural y ha albergado pobladores desde la Edad del Bronce. En la segundad Edad del Hierro los cántabros fundan en la cumbre un poblado al que llaman “Ciudad madre”, posteriormente fue conquistada por las legiones romanas durante las guerras cántabras (29-19 a.C.) y pasó a llamarse Amaya Patricia. El rey visigodo Leovigildo tomó la Peña en el 574 y ahí reinaron también Sisebuto y Ervigio, que cansado de guerrear y una vez sometidos los cántabros, creó el Ducado de Cantabria en el año 680.En el 711 llega el Islam a la Península Ibérica, Tarik ben Ziyad derrota al rey Godo Rodrigo en la Batalla de Guadalete y conquista Toledo de donde huyen su gente y su nobleza hacia Amaya donde posteriormente fueron asediados contando las crónicas islámicas que entre las riquezas confiscadas se encontraba la mítica Mesa de Salomón, llevada a Toledo por los godos procedentes de Roma. Peña Amaya llegó a conocer también al rey Alfonso I, Don Rodrigo, primer conde de castilla y Diego Porcelos, conde de castilla, que en el año 922 ¡hace desviar el camino de Santiago para que pase por Peña Amaya! (antes pasaba por Álava camino de Astorga) y después de muchos avatares históricos más, llega hasta nuestros días para que nosotros podamos conquistarla con una aguerrida caminata de 12 kilómetros y contemplemos los maravillosos paisajes que desde su altura se observan.
Las Cuatro Villas
Comenzamos el recorrido por Villadiego un pueblo declarado Conjunto Histórico-Artístico que es superconocido por la famosa frase Tomar las de Villadiego pero que en realidad muy poca gente conoce el pueblo y de donde viene la frase.
El pueblo vale la pena visitarlo, soportales de madera y piedra a partes iguales donde además encontraras pintadas que te aconsejan donde mear y consejos de donde no aparcar, iglesias interesantes como en tantos pueblos de la geografía hispana, aquí San Lorenzo y Santa María, una cárcel y museos, muchos museos, de pintura, de la radio, etnográfico y de paleontología, pero uno de ellos curioso, el Museo del Cómic que esta dedicado a Ángel Pardo, el dibujante de El Capitán Trueno y donde te lo pasas pipa aunque tengas taitantos.
Tomar las de Villadiego es una frase de todos conocida y que todos entendemos como salir huyendo y hay varias explicaciones de ella aunque la más verosímil es la relacionada con las persecuciones de los judíos durante la Edad Media. Un decreto, de el rey Fernando III ‘El Santo’ (1199-1252), prohibía que se persiguiese a los judíos de Villadiego, a los que deseaba proteger por algún motivo, poniéndoles bajo su protección y custodia. Por ello, los judíos consideraban a esta villa como su santuario, y cuando se sentían amenazados “tomaban las de Villadiego”, es decir, se apresuraban a buscar refugio y seguridad en dicha poblacion. Allí debían vestir una especie de calzas amarillas, que los identificaban como judíos protegidos del monarca, y por lo tanto no sometidos a otras vejaciones o maltratos.
A tres kilómetros de Villadiego se encuentra el pequeño pueblo de Villalibado que ya existía en el siglo XII y quedó deshabitado en 1998. Hoy se ha recuperado para el Turismo Rural con el proyecto de los hermanos Ansótegui que cuenta así Juán Ansótegui en la descripción del proyecto: “En el año 2007 conocí Villalibado por casualidad e involucré a mis tres hermanos (Tomás, Alfonso y David) en este proyecto, que comenzó como la rehabilitación de unas casas para nuestra jubilación y ha terminado convertido en un proyecto de turismo rural, al que hemos llamado Las de Villadiego. Ya sabes, si no tienes pueblo al que ir en verano, puentes y demás aquí tienes uno hecho para que lo disfrutes
Continuamos nuestro viaje hacia el pueblo de Sasamón, un enclave fundamental en la historia castellana. Fue en la Baja Edad Media, después del periodo de la Reconquista cuando cobró su máximo esplendor. Con Sancho II como primer rey comienza el Reino de Castilla a tomar forma. Este rey, valedor de Rodrigo Díaz de Vivar, El Cid, concedió a Sasamón la condición de sede obispal siendo su primer obispo don Munio en el año 1120, año en el que Hugo de Pagains crea la orden de los Caballeros del Temple (Templarios) con el fin de proteger a los peregrinos en Tierra Santa y Alfonso I de Aragón reconquista Calatayud entre otras vicisitudes históricas.
El rey Alfonso VII impulso la construcción de la Colegiata de Santa María la Real el templo más grande de la provincia después de la Catedral de Burgos y de la iglesia de Melgar de Fernamental. Posee un claustro espectacular de Juan de Colonia y actualmente acoge el Centro de interpretación Medievum donde se puede conocer la vida cotidiana en la Edad Media de forma interactiva.
El Arco de San Miguel, la Cruz del Humilladero y las murallas hablan del pasado esplendoroso de esta villa que tiene en una de sus pedanías, la de Castrillo de Murcia una de las fiestas emblemáticas de España, El Colacho, que se celebra el domingo siguiente al corpus desde 1621 .
El Colacho es un personaje grotesco ataviado con una botarga de llamativos colores y cubierto por una máscara que se lanza, en representación del diablo, a fustigar con una cola de caballo a las gentes del pueblo que le increpan con insultos. A lo largo del recorrido los lugareños levantan altares de flores, para que, a su paso, el Colacho haga una parada y salte por encima de los niños que ese año hayan nacido en Castrillo de Murcia.
Siguiendo camino llegamos a Castrojeriz, una parada casi obligada de todos los peregrinos que se encuentran realizando el Camino de Santiago, que pasa por esta ciudad desde hace casi 1.000 años y que hacen de esta villa un claro ejemplo de urbanismo jacobeo que organiza sus casas alrededor de la Calle Real que recorre todo el conjunto urbano de este a oeste atravesando el barrio de Almazán donde se encuentra la Colegiata de Nuestra Señora del Manzano, la Iglesia de Santo Domingo, ya en el casco urbano, sede del Centro de Interpretación Iacobeus y muy cercana a uno de los alberques de la villa, continuando hasta la Iglesia de San Juan y atravesando la Plaza Mayor, lo que la convierte en la travesía más larga del camino con 1.500 metros de longitud.
Varios albergues se encuentran es esta Calle Real además de sitios interesantes para degustar la fantástica gastronomía de la zona en la que destaca la morcilla, que tuve el placer de degustar en el Mesón La Posada.
Llena la andorga y descansado el cuerpo es hora de partir hacia la última de las Cuatro Villas, Melgar de Fernamental, la villa del agua, la que fue ciudad romana de Dessobriga y que gozó de gran esplendor en tiempo de los Reyes Católicos, a la que, por un problema de última hora no pudimos llegar y que queda pendiente para otra ocasión.